miércoles, 28 de octubre de 2015

CUANDO UN PERRO SE MUERE, CUANDO TU MASCOTA SE VA PARA SIEMPRE

Es difícil para muchas personas asimilar la muerte de un perro, en especial si se trata de la mascota a quien consideramos parte de nuestra familia y que de hecho vive con nosotros durante años. La muerte de un perro es igual de dolorosa que la muerte de un ser querido, por lo que tendremos que hacer el duelo a nuestra mascota.
A mi me ha pasado hace unos días y la impotencia de sentir que tu mascota se ha ido es abismal. Ya no lo encontraré en casa cuando regrese, ya nadie me recibirá como él solía hacerlo, todas esas cosas se han ido, pero aún queda el recuerdo de los buenos momentos guardado en mi corazón y eso es lo que no tenemos que olvidar nunca.

CUANDO TU PERRO MUERE…

  • Una de las cosas más terribles que atravesarán las personas que han perdido a su perro, no se centrará solamente en el día específico de la muerte, que si bien es muy doloroso y toda la ceremonia del entierro, si la hay, también lo es, el rato más amargo llegará luego, cuando en los días siguientes te des cuenta de que tu mascota ya no está más.
  • Los perros son los de los animales más inteligentes que podemos encontrarnos, y si bien ellos sufren con la perdida de su dueño (se conocen muchos casos de perros que fallecen al poco tiempo de que lo haya hecho su dueño), también cuando ellos ya no están el dolor es insuperable.
  • No es algo “extraño” o “incomprensible” el que nos sintamos rotos ante la perdida de nuestra mascota, sea un perro, un gato o cualquier otro animal que nos haya acompañado durante un periodo de nuestra vida.
  • A diferencia de las personas, los perros por ejemplo, no reclaman nada más que caricias y que les cuidemos, pero a cambio nos lo dan todo y de hecho aportan alegría cada vez que llegamos a casa cansados del trabajo o cuando estamos enfermos se colocan a nuestro lado para que nos sintamos en compañía.
  • Para ellos somos parte de la manada, y como tal, siempre podemos confiar en que con su amor nos van a reconfortar siempre. La pena viene cuando nos damos cuenta que pasados diez o doce años el animal fallece y con él se van muchos momentos felices.

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